Sendas en el Margen

Un lugar de palabras…

Prometeo y el fuego


Había acertado a caerle sobre las manos, entre sus manos. Allí, acunada en el rudo espacio cóncavo, la pequeña estrella latía con un fuego extraordinario mientras Prometeo se preguntaba cómo aquel tesoro podía haberle elegido a él, qué magia tan intensa poseía ese ángel blanco para que su sangre se desbocase en vertiginosas espirales de vida.

Prometeo no lo sabía, pero había nacido titán, eterno enemigo de los distantes dioses y receptor de grandes poderes. Prometeo no lo sabía. Prometeo se sentía mortal, siempre encadenado a los muros de sus más enraizadas convicciones.

Fuese porque los orgullosos y distantes dioses considerasen que en nada le correspondía tal tesoro, o fuese tal vez simplemente porque sintieron una mezquina e incontenible envidia al verle elevarse en sueños que ellos mismos no habían experimentado nunca y nunca experimentarían… fuese por una causa o fuese por otra, decidieron esos dioses arrebatarle aquel tesoro, sembrar las distancias del tiempo inmisericorde, someterle a un cruel castigo. Y así, encadenáronle a las frías montañas del Cáucaso, donde el sol es sólo vago espejismo en la memoria, donde el tiempo hiere con esquirlas de hielo que se esconden en la misma carne, donde hasta la sombra más osada y fiel abandona a su dueño.

Las artes de Hefesto allí lo clavaron a la dura roca por tiempos insondables. Y si la noche era eterna y fría, la mañana era aún más cruel y aterradora, pues ordenó el mismo Zeus que con la fuga de la última estrella, la más brillante, la que aún mantenía un rescoldo en el alma de Prometeo, la que le recordaba aquel fuego que una vez habitó entre sus manos… con la fuga de esa estrella, las poderosas águilas de aquellas inhóspitas y solitarias cumbres le devorasen el alma.

Bien sabía Zeus de la condición inmortal de los titanes. Bien sabía Zeus que tras ese horror, el alma volvería a regenerarse devolviendo al infeliz Prometeo a otra noche de oscuridad, a otro día de pavor, al continuo y terrible frío.

Pero los dioses nunca han confiado en los titanes, nunca han llegado a interesarse por ellos, a conocer las extraordinarias virtudes y poderes que los habitan. Entre esos poderes, casi siempre enterrados por las texturas más inmediatas, olvidados, imperceptibles para ellos mismos, entre esos poderes se encuentra la esperanza que alimenta los latidos, la tenacidad que alimenta los sueños.

Fue así que Prometeo soportó por incontables tiempos el cruel castigo, hasta que un día las cadenas de Hefesto fueron insuficientes para contenerle y quedó liberado. Aun con calzado de miedos y escaso equipaje de ilusiones, poderoso se sintió Prometeo aquel día. Y desde entonces, como viento pleno de esperanza, como flecha lanzada por el mismísimo Orión, recorre veloz Prometeo los cielos del tiempo buscando, sabiendo que si aquella increíble estrella una vez se posó en él, si una vez el extraordinario fuego habitó sus manos, no hay dios alguno que pueda evitar que ocurra una segunda vez. Porque él, Prometeo, es un titán, porque en él, para siempre, habitará un extraordinario fuego.

Moraleja:
Es obligación del apasionado lector, del caminante de palabras, buscar entre sus enseres la moraleja que todo cuento arroja. Mira tú, caminante, ¿cuál es tu calzado?, ¿cuál el contenido de tu equipaje?, ¿cuál el fuego que habita el cuenco de tus manos?

Arde el tiempo fantasma:
arde el ayer, el hoy se quema y el mañana.
Todo lo que soñé dura un minuto
y es un minuto todo lo vivido.
Pero no importan siglos o minutos:
también el tiempo de la estrella es tiempo,
gota de sangre o fuego: parpadeo.

Octavio Paz


18 mayo, 2012 - Posted by | Los Cuentos del Mar | , , , , , , , , , , , , ,

16 comentarios »

  1. Hoy mismo, casualmente, he leído en un blog algo parecido a tu moraleja, «todo lo que se lee siempre es producto de la imaginación de quien lo lee y de cómo lo lee, no de quien lo escribe ni por qué lo escribe.»

    Yo me quedo con la tenacidad, la esperanza, no rendirse.

    Saludos jefe, preciosa historia.

    Comentario por Dessjuest | 18 mayo, 2012 | Responder

    • Eso lo dijo Hesse, y tenía razón. Yo también me quedo con lo de la tenacidad, que no es sino el empeño, el esfuerzo de cada uno. Rendirse nunca es una opción (dijo alguien)…. salvo que sean unos ojos increíbles, que sean unos brazos cálidos.

      Sólo una historia cotidiana, sólo eso.

      Comentario por Juan | 19 mayo, 2012 | Responder

      • Shhh, hay que quererse más 😀

        A que digo a Catucha que no venga.

        Ah, que ya ha venido, están sus ojos ya adornando las letras de la entrada, y su flequillo, que es difícil verlo.

        Tú hazme caso, el texto es bueno, para mí lo es, pero que lo sea para mí quizá sea lo de menos, ya verás como esta entrada es de las que triunfan.

        Saludos y deja algo de oso jefe.

        Te aprecio, que lo sepas.

        Comentario por Dessjuest | 19 mayo, 2012 | Responder

        • He pasado fugazmente desde mi teléfono, estaba raptada y apenas me han liberado.

          Juan, cada lector tiene su propia apreciación de un texto, por eso lo interesante de escribir, es hacerlo espontáneamente, sin limitaciones y sin condicionamientos. Es una linda historia que me deja pensando en muchas cosas.

          Besitos para ambos.

          Comentario por Cat | 21 mayo, 2012 | Responder

  2. Todos los que hemos rozado un ideal alguna vez sabemos extraer la moraleja de esta maravillosa historia; cuando has sentido algo maravilloso que, de pronto, nos ha sido arrebatado, la vida se convierte en un eterno retorno melancólico para rememorar las sensaciones que tuvimos cuando nos sentimos gigantes.
    Esa es la cadena de los sueños, el precio a pagar por haberse atrevido a sentir la más absoluta felicidad.
    Hermoso, como siempre, querido Juan; no recuerdo ninguna visita a tu blog que no me haya dejado un agradable poso en el alma.

    Comentario por José Céspedes | 19 mayo, 2012 | Responder

    • Coincido contigo, pero siempre es momento para volver a sentirse titán, lo somos realmente, así, sólo hay que proponérselo. Pero claro, no siempre queremos. Algunas veces queremos sentirnos insectos, a veces es más cómodo no mirar la cara del tiempo, a veces tenemos miedo.

      Un abrazo, José

      Comentario por Juan | 2 junio, 2012 | Responder

  3. Prometeo encadenado, Prometeo portador del fuego. Zeus su enemigo.
    Nos has regalado una preciosa historia sobre Prometeo.
    A pesar de todos los sufrimientos que ha padecido, está seguro de que no habrá una segunda vez y rompe sus cadenas para liberarse para siempre.
    Como Prometeo deberíamos actuar nosotros.
    Un fuerte abrazo

    Comentario por mercedesmolinero | 20 mayo, 2012 | Responder

    • Hagámoslo entonces, ¿acaso no somos titanes?

      Un beso

      Comentario por Juan | 2 junio, 2012 | Responder

  4. !Ay que ver la vida! Justo hoy me he despertado de un sueño muy angustioso donde me perdía en un monte y tenía que buscar mi camino de vuelta a casa. Iba cargada de muchas bolsas de ropa que me pesaban hasta hacerme caer. La pregunta es: ¿Cuál es el contenido de tu equipaje? Increible, verdaderamente como para ponerme a pensar bien. Millones de gracias.

    Comentario por Latidos del verano | 20 mayo, 2012 | Responder

    • Es una pregunta que deberíamos hacernos en cada mañana, sólo por saber que llevamos lo que necesitaremos para llegar allí donde hayamos decidido encaminar nuestros pasos. Sino, habrá que cambiar el destino… o más difícil, cambiar el contenido de la mochila.

      Un beso

      Comentario por Juan | 2 junio, 2012 | Responder

      • No es mala idea! Hacer inventario y llevar solo lo necesario. Deberiamos de empezar por defirnir o limitar «lo necesario». Hace pensar. MI gracias.

        Comentario por Latidos del verano | 2 junio, 2012 | Responder

  5. Cuantas veces tenemos deseos de rendirnos. Debemos entonces acordarnos de esta historia.

    Comentario por rfundora | 20 mayo, 2012 | Responder

    • Llamemos a nuestro titán en ese instante, revisemos el equipaje… y adelante, convencidos.

      Un beso

      Comentario por Juan | 2 junio, 2012 | Responder

  6. siempre me han encantado estas historias sobre diferentes deidades y sus mensajes subliminales.. especialmente me gusta la de la caja de pandora y no me preguntes el motivo.. hay cosas que te gustan sin más igual que otras son NO y por mas que lo intentas siguen siendo un rechazo absoluto…

    en este caso me encanta la moraleja.. quizás por ese instinto mio a ser persistente en cuanto a mis sueños y ese amor propio en no darme porvencida cuando se que siempre se es capaz si de verdad se quiere.. asi que yo le pongo un especial interés a esto del vivir y como prometeo , el titán que tengo dentro siempre se despierta por aquello de que las gotas de sangre , si se han de derramar que sea luchando de pie y no arrodillada….

    no sé si te has enterado de algo jomío.. pero al contrario de lo que dice dess en mi caso.. el problema es de mi misma, que soy la que escribo y no de ti si no me entiendes.. no desistas en tu empeño por favor.. que a veces no me entiendo ni yo si te sirve de algo…

    un beso juan…. esa visita a valladolid de nuevo , que no falte

    Comentario por gOtaSmaR | 28 mayo, 2012 | Responder

  7. No siempre se consigue lo que se busca, mi querida amiga, pero siempre puede intentarse. También hay que saber el momento en que abandonar un camino imposible.

    El mito de Pandora forma parte del mito de Prometeo, es una trampa del mismísimo Zeus a Prometeo. No lo incluí por no hacer la entrada muy extansa, pero me hubiese gustado.

    «Jamía», se te entiende todito todo…

    Un beso

    Comentario por Juan | 2 junio, 2012 | Responder

  8. Ya llegué, por fin, con un poco de concentración, y ame dejé mecer y envolver por tus palabras epicas, me encanta cómo escribes estas «historias de nunca jamás»… No me acordaba que Prometeo era un titán, y supongo que en mi ignorancia, tampoco sabía que podían ser portadores de virtudes, el fuego, claro la mayor virtud, pero también es su persona titaniana, o como se diga, hay habilidades que brillan, es cierto.
    Una pregunta, ¿no era el hígado lo que le devoraban las águilas? hay un cuadro en el Prado de Prometeo y me parece recordar (funciono mucho con la memoria fotográfica) que era el hígado entre las costillas lo que le devoraban mientras por la noche se regeneraba para volver a empezar en su castigo eterno- y cierto es que es un órgano curioso, porque si sólo dejas una parte chiquitita se regenera él solito sin problema otra vez (y eso sólo pasa con él a esa escala en un adulto).
    Aunque me encanta que hagas tu reinterpretación y lo hagas tuyo, que conste, era sólo una duda mitológica, tú que casi todo lo sabes (no digo todo porque sería demasiada responsabilidad para una sola mente, la verdad ).
    Te devuelvo la estrella de mi bandeja de entrada a donde le corresponde, a la mano cóncava y amorosa de Prometeo.Un beso

    Comentario por desde el blog translucidoh | 5 junio, 2012 | Responder


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