Poema 14 – Pablo Neruda
Juegas todos los días con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto
como un racimo entre mis manos cada día.
A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.
¿Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur?
¡Ah! déjame recordarte como eras entonces cuando aún no existías.
De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada.
El cielo es una red cuajada de peces sombríos.
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos.
Se desviste la lluvia.
Pasan huyendo los pájaros.
El viento. El viento.
Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres.
El temporal arremolina hojas oscuras
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo.
Tú estás aquí. ¡Ah! tú no huyes
Tú me responderás hasta el último grito.
Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo.
Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos.
Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas,
y tienes hasta los senos perfumados.
Mientras el viento triste galopa matando mariposas
yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela.
Cuánto te habrá dolido acostumbrarte a mí,
a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan.
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos
y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes.
Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.
Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.
Nada
Miré a la gente durmiendo de día
amándose de día
Amar con los ojos abiertos de luz
con las manos abiertas de luz
espantando al viento helado
promesa sólo de insomnio reposando en el tejado
En la noche sólo hay calzados rotos
y los corazones se secan
Reaviva la luna los reflejos tardíos
las olas que nunca mueren
porque ningún muro ya las desarma
Duras Ásperas Incesantes
golpean la vaguedad del vuelo errante
En su cuerpo informe esperan las piedras del tiempo
ávidas por desgastar sus vértices
pacientes espinas ayer huidas de mil mariposas
Sólo se vive viviendo el día
morando en el mapa del tesoro
en la roja y temblorosa cruz
donde el sol nunca inventa bajo el barro
Pues es definitivo
los fríos gnomos nacen allá abajo
donde el péndulo que mueve el mundo
es un corazón ahorcado
Es nada la luna
y la noche camino del origen desconocido
sólo con flores rojas en la espalda
y mariposas rotas en los párpados
Monet, el fiel amante de la luz
“Todo el mundo discute mi arte y pretende comprender, como si fuera necesario, cuando simplemente es amor.”
Amor, intenso amor, delirio exacto por la luz. La luz es la madre de todo, da vida a todo, confiere las cualidades del mundo, da forma, textura, movimiento y color, incluso engendra tiempo. La luz está viva… y Monet es el su apasionado y fiel amante… en ágiles y brillantes pinceladas.
Oscar-Claude Monet , París 1840 – Giverny, 1926, el gran maestro del impresionismo, el gran maestro de la luz.
Renoir
“Si se pudiese explicar un cuadro, no sería una obra de arte. Debe ser indescriptible e inimitable. Debe cautivar al observador, envolverle y arrastrarle… se debe pintar como un niño, se debe intentar hasta conseguir lo que se busca, sin reglas ni métodos.”
Si los colores y los trazos son lo que las sugerentes palabras a los versos, Renoir es el poeta de ese noble arte llamado pintura. Composiciones armoniosas, brillantes y resplandecientes, íntimas, casi líricas para el contemplador, son el extraordinario legado del artista.
Escapando de los esquemas que le circundaban, se interesó más por la figura humana que sus contemporáneos. Especial capítulo es el de la mujer, la textura de su piel, su color. Renoir tiene la extraordinaria capacidad de representar la feminidad, el lírico encanto de la mujer.
La luz, la sombra… todo es plástica, todo es textura y color, todo es goce para los sentidos en Renoir.
Pierre Auguste Renoir, Limognes 1841 – Cagnes 1920, uno de los grandes maestros del impresionismo y de la pintura universal.