Sendas en el Margen

Un lugar de palabras…

Sonrisa de Madera


Entre las hebras de la noche teje la araña
y con sordo rumor hurga las ajadas telas
emponzoñados queliceros que en la ansiedad se clavan
atesorando esqueletos de los sueños muertos

De un sueño a otro sueño sólo hay huesos y alas rasgadas
náufragas miradas en sus ondeantes trozos
ocres sudarios de sonrisas y caricias desdeñadas

Donde la mariposa blanca descansa
se agita el olvidado pálpito
y vuelve a empaparse el reseco muro
con cada gota en su exacto y vertical ascenso

Con su estúpida sonrisa de madera
el muñeco se aferra a los huesos de la memoria grande
tan nítido el hilo que ciñe las voluntades
tan escasa aquella luz medida en veces

Por la rendijas de la ventana se le escurre la noche
de un sueño a otro sueño sólo habitan las rasgadas alas
y una estúpida sonrisa en madera tallada


3 octubre, 2019 Posted by | De Texturas Inmediatas | , , , , , , , , | 3 comentarios

Un sorbo

Quizá fuese el blanco y grande frío, o simplemente el saturado y momentáneo deseo de unas voces tan innecesarias como desconocidas. La cuestión es que allí entró; desde el intenso silencio, a aquella silenciosa intensidad entró.

No se sorprendió del palpable cambio. Era ése un gesto cotidiano asimilado por los filtros grises que, en su indolencia, aceptan los patrones ya asumidos auto validándolos en el imponderable y mismo instante. Sólo se acomodó entero a los perfiles de las nuevas texturas, al calor hiriente. En un rincón encontró lugar para sus nuevos gestos.

Era curiosa la frontera, pensaba. Apenas una línea imaginaria que torna en un simple instante todo un abigarrado conjunto de convergentes y casi inicuos gestos para que la levedad que nos atrapa mude su mimético rostro en esa continua metamorfosis de encaje con la perceptible realidad.

Desde aquella adquirida atalaya su nuevo rostro le comportaba nuevas habilidades. También era éste un gesto asumido, un gesto que le conducía por nuevas costas cual navegante ensimismado en el quimérico y obsesivo dibujo de sus alejadas e inalcanzables formas. Se le ocurrió pensar que el mismísimo Freud habría experimentado la chorreante lascivia de haber cubierto aquella acotada mesa de muestras repleta de repetitivas sustancias animadas por dudosos permisos en años aprehendidos. ¡Qué tontería!, desvariaba. Con un esfuerzo imperceptible reajustó uno de aquellos filtros y, por inapropiado para el determinista momento, el gesto quedó inundado de tiempo.

Alguien, en pródigo gesto invasivo hacia su piel, apremiaba un intercambio de coloreadas cuentas por uno de aquellos brebajes. Sí, en aquel lugar de la noche se intercambiaban cuentas por conjuradas pócimas convertibles en atropelladas e interinas risas, tal era la magia que allí se dispensaba. Una de aquellas risas, en el acto de reclamar su esencia, se posó a su lado gravitando rebosante de inmediatez, giró con exacerbada y contorsionista gala, y en su propia y mortal espiral, se consumió.

En su bolsillo, inquietas, se movían las palpitantes cuentas. Otro cotidiano gesto y el sorbo dorado reposaba lento, tibio y transparente ante él, como una piel que su lejana memoria por un sublime instante le regalaba. Se asomó al borde del frágil precipicio. Aspiró la vaharada con texturas a promesa incipiente y, como quien constata la realidad, miró con vehemencia las calmadas aguas de aquel profundo mar. Sí. Allí, como juguetones peces en la tarde ida, allí estaban sus viejas sonrisas. Una más se unió a ellas.

Acomodándose nuevamente al intenso silencio salió al frío grande. El baile de negociables risas contorsionistas quedaba atrás, ajeno a un sereno brebaje intacto sobre la barra.

10 diciembre, 2013 Posted by | De Texturas Inmediatas | , , , , , , | 3 comentarios

Fuegos (VIII)


“Deberías tener siempre antorchas en tu pabellón, un jardín a oscuras da miedo. E improvisó:

Las teas arden en mi corazón también,
despidiendo nubes de humo,
pero el humo de mi corazón
no se deshará en el aire mientras el mundo exista.

¿Por cuánto tiempo? Qué extraño poema, pensó ella, y respondió:

Si el humo de las teas y el de tu corazón
son iguales,
hay que pensar que uno y otro
hallarán su lugar en el vasto cielo»



De la Historia de Genji
Murasaki Shikibu


18 mayo, 2013 Posted by | Poesía Extraordinaria | , , , , , , , , , , | 9 comentarios

El pájaro solitario


Duermen sueño de albas
en el pequeño baúl escondidas
de miradas con luz de árbol
y palabras derretidas
Duermen su sueño de albas
entre hilos de ilusión
de circulares juegos en aguas cansadas
de exactos vuelos en la tarde huida

Allí relee una y otra vez el pájaro solitario
relee la historia de un mar invulnerable
donde la canela y la promesa se anidaron
Nunca se cansa
mendigo de su ángel blanco

Cada día los nudos son más fuertes
con tanto miedo adentro los versos le tiemblan
y se caen las palabras
Tesoros fueron
nidos de incesante danza
llaves de sonrisa
Hoy puertas de silencio

En la mañana abre el pequeño baúl
con pañuelo de memoria
limpia los versos de sus ojos
y silva su promesa
la de tintas imperecederas
la que reza sobre un papel inacabado


4 enero, 2013 Posted by | De Texturas Inmediatas | , , , , , , , , , , | 11 comentarios

Es silencio


Jardín de fresas
silencio
campo grande campo oscuro
grande y oscuro
de estrellas derribadas cielo negro
abrazo de luna
de luna desierta

Leves y rojas allí se pudren
del verbo sus dos sílabas
bajo capas de ingenuo olvido
aún temblando
en cama de alas muertas

En mi pecho no hay ola
ni en mis manos más certeza
no se encienda llama más intensa
que de ese verbo su palabra abierta

Sobre la piedra grabada y fría
lluvia de ojos
sueños resbalando ojos
tiempo roto en ojos
donde el muñeco tonto sembró sus versos
y aún se sostiene la estúpida sonrisa
Allí se descuelgan mis notas de agua
secas de mar ido
yermas de sol caído
pródigas sólo en memoria quieta

En el rincón de noche lenta
un fuego desespera
fatuo el latido
desvaída su silueta
se aferra al cóncavo latido
con las uñas de razones ciertas

No lo sabe el fuego
es silencio un jardín de fresas
campo grande campo oscuro
grande y oscuro
campo santo de las noches muertas


30 noviembre, 2012 Posted by | De Texturas Inmediatas | , , , , , , , , , , , | 23 comentarios

Fuegos (VII)


“Acariciando la oscuridad, susurraba al silencio de la noche:

En esta noche sin luna
no podremos encontramos.
La añoranza me despierta,
mi pecho bate inflamado
y el fuego consume mi corazón.

Ella, atrapada por el mismo silencio, adivinaba su voz y soñaba:

Estoy tan sola.
Mi cuerpo es una hierba que flota
segada de raíz.
Si el agua me sedujera
la seguiría, lo sé”


De la Historia de Genji
Murasaki Shikibu


19 noviembre, 2012 Posted by | Poesía Extraordinaria | , , , , , , , , , , , , , | 21 comentarios

Nada


Miré a la gente durmiendo de día
amándose de día
Amar con los ojos abiertos de luz
con las manos abiertas de luz
espantando al viento helado
promesa sólo de insomnio reposando en el tejado
En la noche sólo hay calzados rotos
y los corazones se secan

Reaviva la luna los reflejos tardíos
las olas que nunca mueren
porque ningún muro ya las desarma
Duras Ásperas Incesantes
golpean la vaguedad del vuelo errante
En su cuerpo informe esperan las piedras del tiempo
ávidas por desgastar sus vértices
pacientes espinas ayer huidas de mil mariposas

Sólo se vive viviendo el día
morando en el mapa del tesoro
en la roja y temblorosa cruz
donde el sol nunca inventa bajo el barro
Pues es definitivo
los fríos gnomos nacen allá abajo
donde el péndulo que mueve el mundo
es un corazón ahorcado

Es nada la luna
y la noche camino del origen desconocido
sólo con flores rojas en la espalda
y mariposas rotas en los párpados


21 octubre, 2012 Posted by | De Texturas Inmediatas | , , , , , , , , , , , , , , | 20 comentarios

Zobeida (Las ciudades invisibles)

Hacia allí, después de seis días y seis noches, el hombre llega a Zobeida, ciudad blanca, bien expuesta a la luna, con calles que giran sobre sí mismas como un ovillo.

Esto se cuenta de su fundación: hombres de naciones diversas tuvieron un sueño igual, vieron una mujer que corría de noche por una ciudad desconocida, la vieron de espaldas, con el pelo largo, y estaba desnuda. Soñaron que la seguían. A fuerza de vueltas todos la perdieron. Tras el sueño, se pusieron a buscar esa ciudad; la ciudad, nunca la encontraron, pero se encontraron unos a otros; decidieron construir una ciudad como la del sueño. Para trazar las calles, cada uno siguió el curso de la persecución; en el punto en que habían perdido la pista de la fugitiva, dispusieron espacios y muros diferentes a los del sueño, para que ella no pudiera escapar de nuevo.

Esta fue la ciudad de Zobeida donde se establecieron esperando que una noche se repitiese aquella escena. Ninguno de ellos, ni en el sueño ni en la vigilia, vio nunca más a la mujer. Las calles de la ciudad eran aquellas por las que iban al trabajo todos los días, sin ninguna relación ya con la persecución soñada. Que por lo demás estaba olvidada hacía tiempo.

Nuevos hombres llegaron de otros piases, que habían tenido un sueño como el de ellos, y en la ciudad de Zobeida reconocían algo de las calles del sueño, y cambiaban de lugar galerías y escaleras para que se parecieran más al camino de la mujer perseguida y para que en el punto donde había desaparecido no le quedara modo de escapar.

Los que habían llegado primero no entendían qué era lo que atraía a esa gente a Zobeida, a esa fea ciudad, a esa trampa.

Italo Calvino (Las ciudades invisibles)

20 septiembre, 2012 Posted by | De Texturas Inmediatas | , , , , , , , , , , , | 21 comentarios

Polvo de carbón

La niña de la carbonería tenía polvo negro en la frente, en las manos y dentro de la boca. Sacaba la lengua al trozo de espejo que colgó en el pestillo de la ventana, se miraba el paladar, y le parecía una capillita ahumada. La niña de la carbonería abría el grifo que siempre tintineaba, aunque estuviera cerrado, con una perlita tenue. El agua salía fuerte, como chascada en mil cristales contra la pila de piedra. La niña de la carbonería abría el grifo de agua los días que entraba el sol, para que el agua brillara, para que el agua se triplicase en la piedra y en el trocito de espejo. Una noche, la niña de la carbonería despertó porque oyó a la luna rozando la ventana. Saltó precipitadamente del colchón y fue a la pila donde a menudo se reflejaban las caras negras de los carboneros. Todo el cielo y toda la tierra estaban llenos, embadurnados del polvo negro que se filtra por debajo de las puertas, por los resquicios de las ventanas, mata a los pájaros y entra en las bocas tontas que se abren como capillitas ahumadas. La niña de la carbonería miró a la luna con gran envidia.

«Si yo pudiera meter las manos en la luna», pensó. «Si yo pudiera lavarme la cara con la luna, y los dientes y los ojos».

La niña abrió el grifo y, a medida que el agua subía, la luna bajaba, bajaba, hasta chapuzarse dentro. Entonces la niña la imitó. Estrechamente abrazada a la luna, la madrugada vio a la niña en el fondo de la tina.

Ana Mª Matute (Los niños tontos)

14 agosto, 2012 Posted by | De Texturas Inmediatas | , , , , , , , , , | 18 comentarios

Sendas en el margen


Caído el tiempo caído el silencio
de distancias metálicas trazas
aprietan la mirada
jaula de sueños
lecho de versos
Sobre las líneas hormigueantes
luz con sabor de ayer
con olor a danza

Despierta la antigua tejedora
en su tela de ilusiones
Sube lenta
se asoma al abismo
vierte su seda

En los blancos márgenes quedan
los caminos de húmedo brillo
recientes cenizas de derrota
fanales de alba hambrienta
y de la invisible palabra
en el cóncavo espacio
su vertical sentido

¿Adónde vas caído?
vengo del ayer vencido
voy a la mañana grande
con el rojo de un latido
por sendas en el margen


19 julio, 2012 Posted by | De Texturas Inmediatas | , , , , , , , , , , | 23 comentarios

Día 2, Junio de 2012


Instantáneas

La piedra a veces canta, la piedra a veces llora.
Un violín siempre llora en una catedral de aire. En otra catedral de aire.
El silencio del agua, el silencio del tiempo, el silencio en el fuego.
El silencio es como un tejado inacabado.
La palabra, la duda; el tiempo, la duda; el verbo, sin dudas.
El fuego nada puede contra el tiempo.
¿Cuánto tiempo cabe en un cuartito oscuro?… tanto como silencio en un tejado inacabado.
Extraerlo requeriría una cirugía de resultado incierto. El corazón no la soportaría.

Memoria

Entre murmullo y sonrisa temblaba lo indeciso,
se movía entre música y palabra.
¡Delicia del instante fugitivo y sin cuerpo!
¡Dulcísima tristeza recordarlo flotando!

Con voz de tarde llora un violín. Es tan cálido, tan ágil… Es tan triste…

¡La vida, sí, la vida misma!

Pálido y alto, callado,
la miro pasar llorando.

Y algo líquido se asoma a lo inmediato, al silencio del tiempo…

La luna es una ausencia
de cuerpos en la nieve;
el mar, la afirmación
de lo total presente.
¡Adiós, pájaros altos,
instantes que no vuelven!
¡Cuánto amor en la tarde
que se me va y se pierde!

Cuánto tiempo, cuántas palabras duermen en un cuartito oscuro…

Entre la vida y el sueño
sube y baja el silencio.

Como las quebradas olas de un tejado inacabado…

(Gabriel Celaya)


“Como en aquel tonto muñeco de la mañana
y su flor atenazada en el tiempo.
Sólo vive el ruidoso silencio del vacío «

4 junio, 2012 Posted by | Mirando el Mundo | , , , , , , , , , , , , , , | 13 comentarios

Alba


Mi corazón oprimido
siente junto a la alborada
el dolor de sus amores
y el sueño de las distancias.
La luz de la aurora lleva
semilleros de nostalgias
y la tristeza sin ojos
de la médula del alma.
La gran tumba de la noche
su negro velo levanta
para ocultar con el día
la inmensa cumbre estrellada.


¡Qué haré yo sobre estos campos
cogiendo nidos y ramas
rodeado de la aurora
y llena de noche el alma!
¡Qué haré si tienes tus ojos
muertos a las luces claras
y no ha de sentir mi carne
el calor de tus miradas!
¿Por qué te perdí por siempre
en aquella tarde clara?
Hoy mi pecho está reseco
como una estrella apagada.


Federico García Lorca


11 mayo, 2012 Posted by | Poesía Extraordinaria | , , , , , , , , , , , , , , , , | 14 comentarios